El vínculo emocional que un niño establece con sus cuidadores en los primeros años de vida es fundamental para su desarrollo y bienestar futuro. John Bowlby, pionero de la teoría del apego, destacó que esta relación no solo influye en la supervivencia física, sino también en la formación de la seguridad emocional y la capacidad para explorar el mundo.
A lo largo de la infancia, el apego se desarrolla en etapas, desde una conexión inicial indiscriminada hasta una relación más compleja basada en la confianza y la comprensión mutua. Investigadoras como Mary Ainsworth y posteriormente Mary Main y Judith Solomon identificaron distintos tipos de apego (seguro, evitativo, ambivalente y desorganizado), que reflejan cómo las experiencias tempranas moldean la manera en que las personas enfrentan el estrés, las relaciones y los desafíos a lo largo de su vida.
Comprender el apego nos permite reconocer la importancia de brindar a los niños un entorno afectivo, estable y receptivo, sentando las bases para una adultez más resiliente y equilibrada.
(Looking Back: The Making and Breaking of Attachment Theory, 2024)
John Bowlby y su teoría
John Bowlby sostenía que la relación del niño con su cuidador en los primeros años de vida es fundamental para su supervivencia, desarrollo físico y emocional. Identificó tres comportamientos clave en el vínculo de apego:
1. Búsqueda y mantenimiento de proximidad: el niño intenta acercarse a su figura de apego mediante llanto, gestos o palabras.
2. Base segura para explorar: el cuidador sirve como apoyo desde el cual el niño se aventura a descubrir entornos desconocidos.
3. Refugio seguro en situaciones de amenaza: el niño busca consuelo en su figura de apego cuando se siente en peligro o angustiado.
Etapas del Desarrollo del Apego:
Bowlby describió cuatro fases en la formación del apego durante el primer año de vida y más allá:
1. Pre-apego (1-2 meses): los bebés responden de manera generalizada a las personas sin distinción.
2. Formación del apego (2-6 meses): comienzan a mostrar preferencia por cuidadores específicos, reconociéndolos por el olfato y la vista.
3. Apego activo (alrededor de los 7 meses): buscan activamente el contacto y siguen a sus figuras de apego preferidas.
4. Relación basada en metas (alrededor de los 3 años): los niños ajustan sus acciones considerando las intenciones y perspectivas del cuidador.
Bowlby (1973) destacó que:
La confianza en la disponibilidad de la figura de apego reduce el miedo intenso o crónico. Estas expectativas se forman durante la infancia y adolescencia, manteniéndose relativamente estables en la vida adulta. Las experiencias tempranas moldean las creencias sobre la sensibilidad y accesibilidad de las figuras de apego.
Tipos de Apego:
1. Apego seguro: el niño explora confiado y espera el retorno del cuidador sin angustia excesiva.
2. Apego inseguro evitativo: parece indiferente ante la ausencia del cuidador y evita el contacto al reunirse.
3. Apego inseguro ambivalente: muestra alta ansiedad durante la separación y dificultad para calmarse al regreso del cuidador.
4. Apego desorganizado: manifiesta conductas contradictorias (acercamiento y rechazo), desorientación y miedo, asociado a experiencias tempranas caóticas o traumáticas.
Un apego seguro favorece la autonomía, la confianza y relaciones saludables en la adultez, mientras que un apego inseguro o desorganizado puede generar dificultades emocionales y sociales. Por ello, es crucial que los cuidadores brinden un entorno estable, afectuoso y receptivo para un desarrollo equilibrado.
(Flavia, 2024)
BIBLIOGRAFIA:
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